Tenemos que retroceder a 1992 para descubrir una de las primeras consolas portátiles con el juego Tetris, una rareza ya olvidada por todos. Veamos que se decía en la época.

Jugar al Tetris en una portátil está a nuestro alcance con el Champ, una máquina individual que ofrece cuatro variantes y la posibilidad de que intervengan dos jugadores mediante un cable de interconexión que va incluido de serie en todos los aparatos.

Con un rectángulo de diez unidades de base hay que completar el mayor número de líneas posibles mientras la velocidad se incrementa a medida que avanzamos. Es el Tetris, algo más complicado, pero con sus siete figuras habituales.

Existen otras tres opciones en el Champ: el Columns, variante que conocemos gracias a Sega; el Tetris para dos jugadores; y una variante atractiva de éste en la que disponemos de catorce figuras que obligan a una estrategia totalmente distinta aunque contemos con la ayuda de comodines, o piezas de 1x1 que descienden centelleantes.

El juego admite opciones insospechadas en un aparato individual de este tipo: admite la opción pausa y se puede prescindir del sonido.

Conserva las puntuaciones más altas -hasta 99.999 puntos- y cada una de las variantes tiene diez niveles distintos de dificultad y otras tantas posibilidades de que el juego se complique mediante la elección del número de líneas.


Dos jugadores

Uno de los atractivos del Champ es que pueden participar dos jugadores mediante el cable de interconexión.

Cuando uno forma líneas, las figuras sobrantes pasan a la otra pantalla con lo que la emoción está asegurada Lo mismo sucede con el Columns -a pesar de unos gráficos bastante lineales-, donde hay que unir cuadrados iguales en vertical, horizontal o diagonal. Al sobrepasar los cinco mil puntos se complica al reducirse el espacio por los laterales.

Otra ventaja que posee esta consola de cartuchos no recambiables, aparte del interés de su contenido y la manejabilidad, es la resistencia de las pilas.

Al tratarse de una pantalla líquida en blanco y negro, el consumo es mínimo, pero hay más: cuando se deja pausado durante algún tiempo, aunque esté encendido, se desconecta. Basta con pulsar el botón on/off seguido del de pausa para recuperar la posición. En resumen, la falta de originalidad e imposibilidad de recambiar cartuchos se compensan con un interés fuera de toda duda y una manejabilidad que le hace mucho más atractivo.